Pop Rock en el Central
De chiripa pude asistir a la última noche este año. Suelo ir al menos un par de dÃas de los tres ya que le tengo especial cariño por los memorables conciertos a los que he asistido y además casi siempre la programación es interesante. El cartel de este año no era especialmente excitante, de hecho, me hubiese gustado ir la primera noche pues actuaban los grupos que más me atraÃan, un hasta ahora desconocido Richard Swift, con una excelente página web y unas composiciones que aún no he tenido tiempo de disfrutar, pero que han resultado sugerentes como para merecer próximas escuchas, y los también norteamericanos Richmond Fontaine, veterana banda de la que sólo conozco sus dos excelentes últimos elepes, «Ella Fitzgerald» (2006) – básicamente acústico- y «Post to Wire» (2005), primer albúm con repercusión en España. El segundo dÃa actuaban Idaho, desconocidos, y John Parish, conocido principalmente en sus labores de producción o en colaboraciones con otros múscos. Pero sólo pude pisar el Teatro Central de Sevilla el sábado. Y fue un placer sentarme frente a una fracción de los Bad Seeds, actuando en acompañamiento a uno de sus más estables miembros, Mick Harvey, que ha sido el más fiel aliado de Nick Cave desde sus primeros tiempos hasta la actualidad. AllÃ, a pocos metros y a su misma altura, entre el grupo y los sistemas de amplificación, el sonido seguramente perdÃa impacto pero ganaba en matices y se podÃa curiosear la evolución y presencia de los músicos en el escenario. Mick Harvey -pronunciese «Mik Jarvi», acabado en «i» como el sherry de Jerez, apuntó- con su pinta formalita, chapurreando en español y guitarra acústica en ristre, de aspecto roquerillo James Johnson (teclados y guitarra, muy sentadito él, no dejó de crear sonidos de extrema belleza) y el elegante Thomas Wydler a la baterÃa, tanto por el bonito traje que no se quitó durante todo el concierto como por su forma de tocar: insinuó cientos de golpes que nunca llegó a dar, proporcionando aire a las canciones, y aquellos que percutió siempre estuvieron en su lugar. La formación la cerraba una delgada y hermosa Rosie Westbrook, músico de Melbourne con un único album en su haber, Wave (2003), arqueandose sobre su contrabajo para extraerle toda la sonoridad posible, como si de un arco humano se tratase, golpeándolo a veces con saña, como si no le respondiese lo suficiente. No tengo que decir que el concierto me encantó. Quizás fuese demasiado inofensivo para lo que se espera de unos Bad Seeds, pero ellos, como yo, se están haciendo mayores y a veces nos motivan otras sonoridadades. No hay que olvidar que se trata del divertimento de Mick Harvey, que sale al escenario a interpretar con extrema sinceridad algunas canciones que le gustan, quizás las canciones de su vida. Simplemente, pareció corto, pero hay que tener en cuenta que Harvey no puede presumir de amplia discografÃa, al menos en su faceta pop-rock, «One man’s treasure» (2005) es su única referencia, que tan solo incluye dos temas propios, conjuntamente con los dos albumes tributo al genial icono francés Serge Gainsbourg, «Intoxicated Man» (95) y «Pink Elephants» (97). Otra cosa serÃa su obra en lo referente a bandas sonoras y la inmensa discografÃa junto Nicolas Tumba. Bellos momentos en el teatro sevillano.