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palabras bajo el peso de la gravedad

5 de septiembre de 2007

Suicidios cotidianos vol. 1

Publicado en "en tierra de nadie" por mascahierro

Utilizar el mundo digital como entretenimiento es uno de los peores errores que una persona puede cometer. Bueno, a no ser que lo tengas muy claro y no te dejes llevar por los muchos ganchos que la pantalla y sus secuaces suelen ofrecer. Esta noche, por ejemplo, se suponía que iba a escribir algo en este espacio. Me vine a la cama, con el portátil, lo encendí, y… abrí mi navegador favorito. Éste me avisa de que hay una actualización pendiente y procede a instalarla. Venga, ¡ánimo!, te esperaré.

Pero mientras, la típica e impertinente «bombillita» se enciende en tu cabeza. No podemos estar parados ni un minuto. «El tiempo es oro»… Mientras voy a hacer yo que se yo… Y cuando vas a pulsar ese fantástico icono de acceso rápido que te teletransporta en un periquete al escritorio, ¡puñetas!,… el icono ha desaparecido. Y otra ventanita te avisa de que aunque no está, ella se encarga de buscarlo y tu, ¡animo!, a esperar unos minutos a que lo encuentre o… se rinda.

Menos mal que tenemos Internet, abro otro navegador -mi favorito aún se está actualizando- y me pongo a buscar una solución para el icono «fugado». Mejor buscamos en inglés, lo importante es dar con las palabras adecuadas: s h o w + d e s k t o p + i c o n + m i s s i n g. Suspirar y nuestro buscador favorito nos ofrece una retahíla de enlaces con la solución. Este mismoy. Nunca es tarde para aprender algo nuevo… y más si es de «Güindous». Veamos, esto del «mostrar escritorio» no es un acceso directo… no es tan fácil de recuperar… bueno si. Las instrucciones son sencillas… menos mal que aquí en Internet hay mucha gente caritativa dispuesta a ayudar -una pena la irritante publicidad- y en unos minutos, creando un fichero «script» y situándolo en la carpeta adecuada -por cierto, la página está mal en esto-…. ya tenemos nuestro acceso rápido al escritorio.

Y… ¿para qué quería yo ir al escritorio? El navegador favorito se ha quedado pillado y no acaba de actualizarse, que le vamos a hacer, pulsamos cancelar que lo que le faltaba no es importante. Ya se te ha ido la hora que esperabas dedicar a escribir un poquito en tu abandonada bitácora. Es más, aun te queda revisar lo escrito y corregir las faltas de ortografía -al menos, las que veas a estas horas o seas capaz de reconocer-.

Lo dicho, utilizar tu computadora como divertimento cotidiano es un verdadero suicidio. Y lo hacemos a menudo. Resulta duro leer estas palabras de quién ama a estas jodidas máquina binarias… pero hay días que hasta yo desespero.

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